CAPITULO I - EL ENCUENTRO

Los días felices habían acabado en Gradia hace muchos años, pero un aire de esperanza estaba asomándose recientemente con la notica o rumor de que el abaromatra había sido depositado en algún lugar del mundo por la misericordia de las tres Diosas. La novedad llegó primero al reino de Galbadia, por palabras de la misma princesa Esmeralda quien fue comunicada de esta situación por Din. El reino de Esmeralda jamás había estado tan contento antes, la idea de regresarle a Zagato su soberanía despertaba mucha alegría en aquel lugar.

Mientras tanto en otros reinos el rumor se esparcía rápidamente, despertando en algunos ambición, en otros heroísmo y en algunos solo narcisismo al ser un verdadero desafío el encontrar esa reliquia.

Fue así como varios aventureros llegaron a encontrarse en una taberna, sin saber aún que la historia de sus vidas comenzaría. Conforme fueron llegando al famoso lugar conocido como “El troll pisador”, el intercambio de miradas fue inevitable, ya que sumergidos en sus pensamientos e intereses propios, fueron quedándose solo ellos en dicho lugar, lo que ocasionó cierta molestia en el tabernero quien ya tenía muchas ganas de cerrar.

De pronto, la puerta fue golpeada súbitamente por un hombre sudoroso y jadeante, con una herida abierta en la cabeza y sangre seca sobre su frente, ataviado con una túnica bordada con símbolos mágicos desgarrada y sucia, entra corriendo en la taberna, cerrando la puerta tras de sí con la cara desencajada por el miedo; bajo el brazo lleva un pergamino enrollado que aferra con fuerza. Mira a su alrededor como si no supiera muy bien dónde se ha metido y clava sus ojos sobre los aventureros presentes.

Fue inevitable que un bardo, muy bien vestido, que se encontraba deleitando a los últimos clientes con una hermosa arpa, se acercara gentilmente a socorrer al asustado hombre, mientras este le decía en voz muy alta:

Hechicero: “!Os lo suplico, tenéis que ayudarme! ¡Vienen tras de mí! – dice el aterrado mago – ¡Debéis llevar este mapa al Doctor Cornellius en Ankh-Morpork lo antes posible!”.

El bardo tomó el mapa de inmediato y esbozando una sonrisa intentó calmar a aquel hechicero nervioso. A lo lejos un gnomo los observaba mientras se disponía a esconderse para prevenir alguna situación lamentable. Era muy raro ver a un gnomo en una taberna, ya que la mayoría de las personas los consideraban casi extintos o esclavos del imperio, así que verlo ahí tan libre, despertó sospecha en más de alguno. Por lo que esconderse detrás de la barra al momento del suceso fue muy inteligente de su parte.

De pronto, un ruido de cascos de caballo tras la puerta de la taberna le hace girar la cabeza al hechicero hacia ella sobresaltado. Mientras se escuchan unas voces desde afuera que dicen: ”Rápido, está aquí!”.

Afuera un hombre que acaricia amorosamente a su caballo y le habla con cariño mientras lo alimenta, observa como unos sujetos de túnica oscura se aproximan con intenciones poco agradables a la taberna.

Fue así que la puerta se abre con fuerza golpeando la pared tras ella, y tres figuras entran desenvainando unas curvas cimitarras de aspecto siniestro. Los nuevos “clientes” eran tres humanos de piel pálida y cabeza afeitada, vestidos con túnicas negras con un bordado en rojo de una criatura parecida a un pulpo o un calamar con muchos tentáculos, que irrumpen en el lugar diciendo:

Asesinos: “No puedes huir Bel-Sammaroth, mentiroso hechicero – dice uno de los siniestros hombres con voz de serpiente – ¡Entréganos el mapa!“

De forma inmediata el aterrado mago prende tremenda corrediza hacia la puerta trasera de salida, intentando darse a la fuga. Fue entonces que uno de los túnicas negras saca de inmediato su ballesta y le tira a muerte sin ningún tipo de advertencia. La flecha iba tan rápida y cargada de veneno que era casi imposible esperar un resultado diferente.

De pronto, un joven que se encontraba disfrutando de una buena bebida sobre la barra, salta hacia el hechicero y colocando su enorme hacha en su espalda, evita que la flecha toque al asustado mago.

¿Estás bien? – expresó con tono amable

Los Túnicas Negras molestos por la situación le expresan con coraje al joven héroe sus amenazas:

Asesinos: ”Te arrepentirás de haberte entrometido en nuestros asuntos – dice uno de los túnicas negras mientras lo apunta con el dedo y clava su mirada en el intentando no olvidar su rostro -
¡Considerate muerto!“

Los asesinos se disponían a escapar como suele pasar en muchas historias de cobardes y valientes. Pero justo cuando estaban por irse, un hombre alto y de armadura oscura los toma a dos de ellos con fuerza de sus cabezas y los truena sin más remordimiento, causando que quedaran inconscientes al instante. El otro asesino logra escabullirse por la salida principal de la taberna y escapar en lo que parecía niebla negra sobre sus pies.

Afuera sin embargo, el hombre misterioso que no dejaba de acariciar a su caballo, lo monta de inmediato tal cual aventurero y persigue a este asesino. Quizá no les hablé mucho de esta persona, pero se la pasó escuchando y observando todo lo que acontecía dentro de la taberna a través de la ventana. Su aspecto era temerario, con armadura pesada y una actitud de mando que olía a distancia. Fue entonces que logra alcanzar al asesino y tumbarlo de inmediato. Al hacerlo notó que era una mujer, pero sin más preocupación, la ató de una cuerda a su caballo y arrastró con fuerza sobre el rasposo piso por todo el pequeño pueblo; algunos habitantes que se encontraban por ahí le aplaudieron por llevar de rehén a uno de los túnicas negras que tanta molestia había dado en ese remoto lugar. Mientras que otros murmuraban:

Gente del pueblo: ”Que desgraciado, tratar así a una mujer, nada del mundo merece humillar así a alguien“ – entre voces lo expresaban mirando con prejuicio aquel suceso.

De regreso a la taberna sin expresar más dialogo, entrega a la mujer también inconsciente y atolondrada además por tanto golpe sobre el suelo, y la coloca junto a sus otros dos compañeros que se encontraban bajo la mirada de aquel hombre alto y de armadura oscura.

Fue entonces que un caballero de aspecto celestial y mirada tranquila se para de su mesa y se acerca directamente hacia el mago que ya comenzaba a tranquilizarse por sentir la protección de las personas de la taberna, mientras le expresa su apoyo con respecto a la misión que había gritado recientemente. El mago lo mira con mucha confianza.

Inmediatamente, al no ver peligro alguno, el gnomo que estuvo escondido observando todo a su alrededor, brinca de repente y le ofrece apoyo médico al mago, quien al verlo se asusta y responde con desagrado:

Hechicero: ”Retirar de mi presencia, criatura sucia! – con cierto tartamudeo miraba al gnomo con desprecio, teniendo esta reacción una explicación muy clara.

Bel-Sammaroth había crecido bajo la idea de que los gnomos ya no existían y que esas historias que se contaba acerca de ellos eran de demonios solamente. Ciego estaba en su corazón y aunque esta fue la primera vez que vio a uno en persona, el precavido gnomo no desistió en su intención y volvió a ofrecerle su ayuda.

Segundos más tarde, el joven que había protegido de la muerte al mago, volteó a ver los cuerpos de los túnicas negras ahí tirados, y sin preguntar, pensando solo en su ambición mercenaria, se dirige a ellos y sin pena alguna y descaro completo, les revisa los bolsillos y les intenta retirar sus pertenencias.

A ello, los dos caballeros que habían hecho el trabajo de apaciguar las intenciones de los túnicas negras, respondieron entre amenazas, intercambio de miradas y negociaciones, hasta llegar a un acuerdo de repartir ¿las ganancias?.

En fin, fue así que estos aventureros se toparon con la historia de sus vidas, sin aún saberlo claro está, pero el destino ya los había preparado para ello.

¿Qué pasará después? ¿Qué fue ese extraño mensaje del mago hacia el bardo donde le explicaba que el mapa era una guía para la localización de una poderosa energía? ¿Se unirán estos hombres y criaturas para lograr el objetivo?

Lo sabremos hasta el siguiente capitulo…